Apagar las luces al salir, limitar en lo posible el uso de la calefacción, efectuar el mantenimiento de maquinarias son algunas de las medidas propuestas para lograr ahorrar energía y dinero tanto en el sector público como privado. Encontrar el equilibrio perfecto entre la producción y el consumo de energía es un reto, pero para ello se debe tener una estrategia energética clara. No hay que olvidar que los precios de la energía están directamente relacionados con la competitividad de las empresas.
El ahorro de energía no es algo nuevo para muchas empresas, algunas llevan décadas aplicando acciones para mejorar su desempeño energético. Un ejemplo de ello es BSH Electrodomésticos España, en 2010 se plantearon como objetivo reducir el consumo de energía en un 25% para el 2015, el proyecto Resource Efficiency 2015 logró su meta, ya que redujo un 35% su consumo, gracias a diversas acciones planteadas en su un sistema de gestión de la energía certificado ISO 50001. En su informe se plantearon reducir un 20% su consumo al 2025.
El desempeño energético es la relación entre el uso que se le da a la energía, el consumo en procesos productivos/prestaciones de servicios, la cantidad utilizada por equipos/luminarias, la intensidad energética requerida para obtener fun producto y las medidas de eficiencia y ahorro energético.
¡Sin eficiencia energética no es posible medir el desempeño energético!
Durante años las entidades han visto el potencial de la eficiencia energética, sin embargo, siempre ha tenido una repercusión financiera importante. Las mayores dificultades se ven a la hora de invertir en equipos eficientes, luminarias de bajo consumo, etc. Se trata de ir más allá, y de conocer el ROI (Retorno sobre la inversión) de todas las acciones. Además, no solo es una cuestión económica, también se trata del comportamiento de las personas y de la normativa en vigor.
Existen organizaciones que ven esto como una manera de mejorar su desempeño de la mano de una estrategia energética fuerte. Por ejemplo, la empresa Hitachi Energy, tiene como proyecto mejorar la eficiencia de los transformadores que distribuyen electricidad, lo cual tiene un impacto positivo en diferentes poblaciones de África.
El objetivo 55 de la Directiva UE relativa a la eficiencia energética de los edificios (DEEE) tiene dentro de sus metas lograr una reducción del consumo de gas del 30% al 2030. Para lograrlo requieren de:
Recientemente, la UE solicitó a los estados miembros reducir el consumo de gas del 15 % entre agosto 2022 y marzo 2023. Se trata de ir más lejos, es decir, lograr reducir los consumos tanto de electricidad como de combustible.
Lograr adaptarse a la crisis requiere de acciones reales enmarcadas en directrices claras, por ejemplo, en Francia se habla del Plan de sobriedad energética, tiene por objetivo reducir el consumo un 40% para el 2050. En España, en mayo, se creó el Plan de medidas de ahorro y eficiencia energética de la Administración General del Estado.
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La respuesta es simple, para ahorrar dinero, reducir los desperdicios de energía, pensar en el bien común y en la protección de los recursos naturales. Todo depende de la convicción de las organizaciones y de su capacidad para:
Para reducir el consumo de energía, es necesario tener en cuenta cuestiones a corto y mediano plazo (reducir el consumo para hacer frente a la subida de precios, anticiparse a posibles cortes de electricidad, etc.) y a largo plazo (establecer una política energética, fijar objetivos de reducción del consumo para 2030 o 2050, etc.).
En este momento lo principal es iniciar con acciones a corto plazo, además de plantearse objetivos medibles a largo plazo. Para lograrlo, la organización debe contar con el compromiso de la alta dirección, además debe designar profesionales capacitados que sean los líderes de los temas relacionados con el desempeño energético. Pueden contratar ingenieros especializados en energía o incluso utilizar los servicios de consultores externos, lo ideal es trabajar de la mano con los encargados de mantenimiento o los especialistas técnicos que hacen parte de la empresa.
Las buenas prácticas son la clave para empezar con las iniciativas de ahorro de energía, el conjunto de pequeñas acciones se refleja en grandes cambios. Del mismo modo, la comunicación interna es un factor a tener en cuenta, los trabajadores se verán implicados si conocen la realidad de la empresa, cuánto se consume, cuáles son las estrategias en curso, cual es su papel en los proyectos de eficiencia energética.
Un informe realizado en Bruselas sobre el ahorro de energía de la Unión Europea establece las buenas prácticas a tener en cuenta:
Oficina
Climatización
Industria
Hay que recordar que el consumo de energía en la industria es responsable de al menos el 26% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Por ello, se deben fomentar prácticas como:
Ahorro de gas
Según la Agencia Internacional de la Energía (IEA), se estima que la implementación de estas acciones podrá reducir al menos el 5% de la utilización del gas en un año. Con respecto al petróleo se reducirá un 5% si se implementan acciones relacionadas con los desplazamientos.
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El desarrollo de una estrategia energética con objetivos al 2030 o 2050 sería de una de las principales acciones, para ello, se necesita del compromiso de la alta dirección y de un líder que puede ser el director financiero o el de operaciones. Hacer transversal el tema de la energía en la organización requiere de inversión en sistemas de recuperación de calor, construcción de edificios con un diseño ecológico, compra de equipos de alta eficiencia energética y de procesos de capacitación periódicos.
Invertir en herramientas que faciliten la gestión de la información sobre los consumos por áreas y departamentos, esto permite tener un balance sobre las necesidades reales que puede tener la organización. Por ejemplo, contar con un plan de mantenimiento preventivo de los equipos favorece la detección de fallas y de fugas, para ello se requiere de una correcta gestión de las inspecciones, de la trazabilidad de los contratos de mantenimiento y de la reactividad de los responsables.
Economizar la energía va más allá del ahorro monetario y de lo reglamentario, se trata de algo ético. La energía hace parte de los recursos esenciales para el desarrollo de las actividades humanas y es la piedra angular de la economía de los países. Un mayor consumo se traduce en una mayor construcción de líneas eléctricas y de sistemas para almacenarla, por lo que la solución más simple frente a la crisis que estamos viviendo es emplear buenas prácticas y acciones a pequeña escala que limiten el consumo.
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